¡Oh, a juicio mío, según mi lamentable, terrestre, euclidiana razón, sólo sé que el dolor existe, que no hay culpables, que todo procede lo uno de lo otro, directa y simplemente; que todo fluye y se allana...; pero todo es sólo necedad y euclidiana, lo sé y no puedo avenirme a vivir según ella! ¿Qué tengo yo que ver con que no haya culpables y con que todo proceda simplemente lo uno de lo otro? Yo necesito una compensación; de lo contrario, me suprimo. Y compensación no en lo infinito, en ninguna parte ni nunca, sino aquí en la Tierra y que yo pueda verla con mis ojos.
Yo creo en ella, yo quiero verla; pero si para entonces estuviera ya muerto, pues que me resuciten, pues el que todo eso se realizase sin mí sería harto todo eso se realizase sin mí sería harto ofensivo.
No he sufrido yo para, a mi costa, a expensas de mis crímenes y dolores, provocar una futura armonía
Yo quiero ver con mis propios ojos al cordero tumbado junto al león y cómo la víctima revive y se abraza con su verdugo. Yo quiero estar allí cuando todos, de pronto, vengan a saber para que pasó todo aquello.
Yo creo en ella, yo quiero verla; pero si para entonces estuviera ya muerto, pues que me resuciten, pues el que todo eso se realizase sin mí sería harto todo eso se realizase sin mí sería harto ofensivo.
No he sufrido yo para, a mi costa, a expensas de mis crímenes y dolores, provocar una futura armonía
Yo quiero ver con mis propios ojos al cordero tumbado junto al león y cómo la víctima revive y se abraza con su verdugo. Yo quiero estar allí cuando todos, de pronto, vengan a saber para que pasó todo aquello.
Iván a Alíoscha, en Los Hermano Karamazov, incluido en "Obras Completas".
Autor: Fiodr M. Dostoyevski.
Traducción: Rafael Cansinos Assens.
Editorial: Aguilar, 1961.
Tomo: III.
Página: 202.
Aporte de Papageno.
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