jueves, 19 de junio de 2008
Diálogo entre el príncipe Fabrizio Salina y el padre Pirrone en la novela "El Gatopardo".
Autor: Giuseppe Tomasi de Lampedusa
Traducción: Dalia G. Sonatore de Acero
Editorial: Longseller S.A.
Página: 45
Citas de León Bloy
El último recurso para hacerse oír por un moribundo pasa por tocarle las manos o imponer sobre sus manos las nuestras. El franciscano lo sabía y los ojos de la agonizante se abrieron tan pronto como el cura rozó sus manos.
Cuento: En la mesa de los vencedores.
Páginas: 27 y 28.
La auténtica locura parece ser la que excita más intensamente la imaginación popular, bien en el sentido de la inquietud o bien del terror. Un instinto infalible advierte a esas almas pueriles de la decepción divina, implícita en el naufragio de una Inteligencia, y la enormidad de semejante desastre es sentida profundamente por los seres sencillos, hecho que no ha anulado la necia ciencia de las demostraciones. Prueba sobrenatural o castigo severo por no importa qué crimen, esta incomparable miseria los sume en la inquietud y temen el contagio. Sólo así puede explicarse el extraño terror, el supersticioso alejamiento de una población -todavía piadosa- de los confines de este funesto bosque de Maine en el que Carlos VI se volvió loco.
Cuento: La casa del Diablo.
Páginas: 102 y 103.
Si la incapacidad para adivinar o comprender cualquier cosa no era, felizmente, el privilegio del noventa y nueve por cien de la humanidad, sería como para morir de espanto considerar, en esta ocasión, que las palabras no son solamente combinaciones alfabéticas u ocurrencias vocales, sino las más palpitantes realidades.
Una vez pronunciada, la mísera palabra que flotaba al principio en los limbos tenebrosos de lo Disponible, acto seguido se torna ágil, vagabunda e irreparable.
Ubicua por naturaleza, se dirige en todas direcciones al mismo tiempo agitándose con la fuerza plenaria de su origen Celeste, pues las palabras no son humanas.
Cuento: La palabra.
Página: 154.
León Bloy
Lo anterior se señala por dos motivos. En primer lugar para no repetir tres veces la información recién consignada. En segundo lugar, y más importante, es que en la realización de este blog se ha evitado repetir citas de un mismo libro de un autor (hay libros que lo merecen ciertamente), pero me pareció preciso hacer una excepción por dos razones. La primera es que al ser cuentos hay una independencia entre las citas obtenidas, independencia que no se encuentra en una novela.
La otra razón es que me costó mucho encontrar algo escrito por León Bloy, pero el esfuerzo en su búsqueda tuvo su recompensa. Es un tremendo escritor, si ven algo escrito por él, no lo duden, compren o arrienden o fotocopien INMEDIATAMENTE, no se van a arrepentir. Escribir tres citas sobre él es un pequeño homenaje y un incentivo a que este autor sea leído.
Diálogo del cuento "Cumpleaños Feliz", incluído en la obra "Grandes Cuentos Chilenos del Siglo XX".
Compilador: Camilo Marks
Autor: Joefe Edwards
Editorial Sudamericana, 2001
Página 100
lunes, 5 de mayo de 2008
Al escribir la Sonata a Kreutzer, Beethoven sabía por qué se encontraba en el estado de ánimo que lo impulsó a hacerlo. Por tanto, tenía para él un sentido que no tiene para mí. La música me irrita sin darme una satisfacción definitiva. Al son de una marcha militar, los soldados desfilan, y al de una pieza bailable, se baila, y la música ha conseguido su objetivo. En una misa cantada se comulga, y la música ha justificado también su razón de ser. Pero, en general, uno no siente más que excitación y no sabe lo que debe hacer. Por eso es por lo que, a veces, actúa de un modo tan terrible. En China, la música depende del Gobierno. Debería ser así en todas partes- ¿Cómo permitir que un hombre cualquiera, sobre todo si es inmoral, hipnotice a una o varias personas y haga con ellas lo que le plazca? ¡Y en qué manos está ese terrible procedimiento! ¿Acaso puede tocarse en un salón entre damas escotadas el presto de la Sonata a Kreutzer, por ejemplo? ¿Cómo es posible oír ese presto, aplaudir un poco y después tomar helado y comentar el último chisme de la ciudad? Tales obras pueden tocarse en ciertas ocasiones, solemnes e importantes, o cuando se realizan actos que correspondan a esa música. Es preciso, después de oír la música, hacer lo que le ha inspirado a uno. Por el contrario, no puede dejar de ser perjudicial provocar un sentimiento (que no corresponde con el lugar ni con el tiempo) que no pueda manifestarse. Al menos, en lo que a mí respecta, esa sonata me subyugó terriblemente. Era como si se me hubiesen revelado unos sentimientos nuevos y nuevas posibilidades de que no conociera hasta entonces. "He ahí cómo se debería vivir y cómo has vivido hasta ahora", parecía decirme una voz interior. No comprendía de lo que se trataba, pero la conciencia de ese nuevo estado me alegraba infinitamente. Todos los presentes, y entre ellos mi mujer y Trujachevsky, se me aparecieron bajo un aspecto distinto.
Libro: Sonata a Kreutzer.
Autor: León Tolstoi.
Traducción: Nicolás Borlak
Editorial: Vallarta S.A.
Páginas: 116 a 118.
miércoles, 23 de abril de 2008
Matilde, olvidando las conveniencias, se había colocado casi entre Altamira y Julián. Su hermano, que le daba el brazo, habituado a obedecerla, miraba a los que bailaban y simulaba que se veía detenido por las muchedumbres.
-Tiene usted razón -asintió Altamira-. Hoy se obra sin placer, y no se guarda memoria de nada, ni siquiera de los crímenes. Me sería fácil designar diez de las personas que llenan estos salones que podrían ser condenados como asesinos. Lo han olvidado ellos mismos, y tampoco lo recuerda el mundo. Se conmueven muchos, llegan hasta verter lágrimas, si un perro suyo se rompe una pata. En el Père-Lachaise, al arrojar flores sobre sus tumbas, como dicen con tanta gracia en París, pronuncian discrusos para convencer a todos de que los muertos atesoraban las virtudes de los caballeros de pro, y se recuerdan las altas hazañas llevadas a cabo por sus bisabuelos, que vivieron en tiempos de Enrique IV... Si, amigo mío, pese a los buenos oficios del príncipe de Araceli, no me han ahorcado todavía, y si consigo disfrutar de mi fortuna en París, tendré el gusto de hacer comer a usted en compañía de ocho o diez asesinos honrados y sin remordimientos. En la comida, usted y yo seremos los únicos que tendremos las manos limpias de sangre; pero a mí me despreciarán, me odiarán como a monstruo sanguinario y jacobino, y a usted le despreciarán también, sencillamente porque es un hombre del pueblo, un intruso que no merece alternar con tan buena compañía.
Diálogo entre Julián Sorel y el conde de Altamira en Rojo y Negro, inlcuido en Obras Inmortales.
Autor: Stendhal.
Traducción: Carlos Rivas y Gregorio La Fuerza
Editorial: Editorial EDAF S.A., 1999.
Páginas: 359 y 360.
lunes, 14 de abril de 2008
Quienes la visitaron por esos días tuvieron motivos para pensar que había perdido el juicio. Pero nunca fue más lúcida que entonces. Desde antes de que empezara la matanza política ella pasaba las lúgubres mañanas de octubre frente a la ventana de su cuarto, compadeciendo a los muertos y pensando que si Dios no hubiera descansado el domingo habría tenido tiempo de terminar el mundo.
-Ha debido aprovechar ese día para que no le quedaran tantas cosas mal hechas-decía-. Al fin y al cabo, le quedaba toda la eternidad para descansar.
La viuda de Montiel, en su cuento homónimo, incluido en "Los funerales de la Mamá Grande".
Autor: Gabriel García Márquez.
Editorial: Debolsillo, 2007.
Páginas: 87 y 88.
El comandante a Olalla, en "Olalla", incluido en "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde".
Autor: Robert Louis Stevenson.
Traducción: Juan Carlos Silvi.
Editorial: Ediciones B, S.A., 2006.
Páginas: 124 y 125.
jueves, 10 de abril de 2008
Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como es habitual, no supe qué contestarte; en parte, precisamente por el miedo que me inspiras; en parte, porque en la justificación de dicho miedo intervienen demasiados pormenores para poder exponerlos con una aceptable consistencia. Y si, valiéndome de esta carta, procuro responder a tu pregunta por escrito, lo haré a no dudarlo en forma muy incompleta, ya que, aun escribiendo, el miedo y sus efectos me atenazan cuando pienso en ti, y porque las dimensiones del tema exceden con mucho los límites de mi memoria y de mi entendimiento.
...O bien reparaba en tu predilección por las palabrotas, dichas lo más alto posible, que te hacían reír como si hubieses dicho algo agudo, cuando en verdad sólo se trataba de alguna indecencia insignificante y pueril. Sin duda constituían, al mismo tiempo, una nueva manifestación de tu energía vital que me avergonzaba. Lógicamente, estas distintas observaciones se producían en abundancia. Me hacían feliz, me brindaban ocasión para secretos y burlas. En ocasiones lo advertías, te enfadabas considerándolo como una maldad, como una falta de respeto, pero , créeme, sólo era para mí un medio insuficiente de autoconservación. Eran como los chistes que se difunden sobre dioses y reyes, chistes que o sólo están ligados a un profundo respeto, sino que incluso le son inherentes.
Franz Kafka en "Carta al Padre"
Traducción: R. Kruger.
Editorial: EDAF, 2004.
Páginas: 13 y 33.
sábado, 5 de abril de 2008
-Perdóname amigo, la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.
-¡Ay!- respondió Sancho, llorando-. No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía.
Don Quijote y Sancho Panza en "Don Quijote de la Mancha".
Autor: Miguel de Cervantes
Edición del IV Centenario, Real Academaia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española.
Segunda Parte, Capítulo LXXIV
Página: 1102
Aporte de Papageno
viernes, 4 de abril de 2008
Yo creo en ella, yo quiero verla; pero si para entonces estuviera ya muerto, pues que me resuciten, pues el que todo eso se realizase sin mí sería harto todo eso se realizase sin mí sería harto ofensivo.
No he sufrido yo para, a mi costa, a expensas de mis crímenes y dolores, provocar una futura armonía
Yo quiero ver con mis propios ojos al cordero tumbado junto al león y cómo la víctima revive y se abraza con su verdugo. Yo quiero estar allí cuando todos, de pronto, vengan a saber para que pasó todo aquello.
Iván a Alíoscha, en Los Hermano Karamazov, incluido en "Obras Completas".
Autor: Fiodr M. Dostoyevski.
Traducción: Rafael Cansinos Assens.
Editorial: Aguilar, 1961.
Tomo: III.
Página: 202.
Aporte de Papageno.
El Mito de Sísifo
Autor: Albert Camus
Aporte de Papageno.
Otto Dietrich zur Linde en La Otra Muerte, incluido en la obra "El Alepf".
Autor: Jorge Luis Borges
Editorial: Emecé Editores, 2007
Página: 75
Carta a una señorita en París, relato incluido en la obra "Bestario".
Autor: Julio Cortázar
Editorial: Punto de Lectura, 2005
Página: 22
martes, 1 de abril de 2008
El Enano en su cuento Homónimo, incluido en la obra "Barrabás y Otros Relatos".
Autor: Pär Lagerkvist
Traducción: Fausto de Tezanos Pinto
Editorial: Ediciones Orbis, S.A., 1983
Página: 169
lunes, 31 de marzo de 2008
Hans Castorp en la Montaña Mágica.
Autor: Thomas Mann
Traducción: Isabel García Adánez
Editorial: Edhasa, 2005. Primera edición.
Página: 640
Presentación
El fenómeno recién descrito no sólo sucede con los grandes de la literatura -o de la poesía-, también sucede con escritores de poca monta y de escasa fama, quienes en un intervalo de genialidad, en la mitad de una obra más bien mediocre, emiten una chispa de un par de líneas, una chispa que suele ser más importante que todo lo escrito por ellos.
Más de alguna vez he escrito, y más de alguna vez lo escrito pasa al olvido. No se si al leer a los grandes uno se siente apocado, pero lo cierto es que nunca me ha gustado mucho lo que escribo. Por eso, poco a poco me he ido convirtiendo en un coleccionista de experiencias ajenas, de palabras ajenas, de emociones ajenas, las cuales poco a poco, con el paso del tiempo -y sin desmerecer el cambio permanente que se realiza en mi persona- se van tornando difusas y las olvido. Sólo queda el recuerdo que en algún libro o en una canción se dijo algo que me impresionó profundamente.
De lo anterior fui madurando una idea, hacer un Word con cada una de las citas que me fueran gustando, por el motivo que fuere, proyecto que nunca abordé, no se si por falta de voluntad o por ese insuperable sentimiento de pocas energías que acostumbre a sentir en la noche, que es cuando el tiempo es propicio para avocarse a este tipo de empresas.
Hoy, ante una nueva cita leída hace largo tiempo que quise encontrar para mí, me di cuenta que la había olvidado y que encontrarla en el libro me iba a significar leerlo de nuevo ya que no recordaba ni remotamente donde se encuentra, decidí, no hacer un Word, sino que escribir un blog, quizá porque los blogs están de moda, quizá porque es una forma de compartir, quizá porque mi vanidad quiere tener a algún cyber voyerista pendiente de mis actos o quizá por todas las anteriores.No puedo prometer periodicidad alguna, puede que un día este con un ánimo especial que me lleve a encontrar cada palabra que leo digna de publicarse y puede que al otro nada me parezca de importancia y que todo lo leído se vuelva al olvido, esperando que en otro lugar y en otro tiempo alguien con mayor sensibilidad descubra el tesoro que esconden las palabras que yo no supe apreciar.
Eso sería la presentación, espero que las citas les gusten, espero que sirvan para leer libros o escuchar canciones que en lo personal me han gustado mucho. Si alguien tiene algo que encuentra que pueda ser publicado que avise y se hará lo posible para que ello suceda.